El docente como un gestor del clima en el aula

En esta primera jornada de práctica aprendí en el jardín de niños que nunca debes de limitar ni condicionar las capacidades,actitudes y habilidades de los niños pues siempre te puedes llevar una gran sorpresa y eso es lo que me ocurrió durante mi jornada pues recuerdo muy bien que unas semanas antes de asistir ,fui a visitar a la maestra titular del grupo y ella me hacía la recomendación de que debía buscar actividades que fueran retadoras además de que me comentaba debía estar preparada para aceptar que muy posiblemente los niños no respondieran como yo esperaba y la verdad es que a pesar de esos comentarios,debo reconocer que yo no me me preocupe tanto por eso porque de alguna forma yo ya estaba consciente de que este sería un momento en el cual a pesar de que antes ya había tenido una intervención con los niños; ahora pondría aprueba mis experiencias y saberes para intervenir con una planeación que sería diseñada por mí con el único fin de vivir una experiencia y tal como en caso de la profesora Lucia que es una egresada de la Normal Rural “Vanguardia” de Tamazulápam, situada en la Mixteca Oaxa con una trayectoria impecable como alumna; como todo profesionista, cuando concluye su carrera y busca donde trabajar tiene ciertos temores de adentrarse al campo laboral; sin embargo ella quiere hacer bien su trabajo y eso es lo que yo anhela; que en este corto periodo que estuviera con ellos pudiera ofrecerles actividades de calidad en la medida que fuera posible a sabiendas que esto solo lo conseguiría con la actitud que yo tuviera con los niños;ya que de acuerdo con Martínez (1996) el profesor es un líder formal de la clase.Sus características personales van a ser las que hagan de indicador del tipo de actuación que se desarrolle en el aula" y concuerdo con su postura ya que cuando los niños te ven en el aula te observan como una figura de autoridad y todo lo que tu digas o hagas es la ley.
Algo de lo que si estoy muy orgullosa de haber logrado en esta jornada y que no lo tenía marcado como un fin fue que a la hora de implementar mis actividades me gane la confianza de los niños,a tal punto que unos me consideraban como su amiga y para cuando termine mi jornada de práctica me decían que le pidiera permiso a mi maestra que nos había ido a visitar para que pudiera yo estar con ellos los últimos días;además de que logre que los niños que casi nunca participan de manera oral aun sabiendo la respuesta, pues tienen miedo de fallar y que los demás se burlen de ellos quisieran participar de la actividades y creo que es aquí donde veo que es muy esencial el generar un buen clima pues esto permite que existan ambientes de aprendizaje potencializadores donde los alumnos se sientan parte del grupo a tal grado de que no quieran dejar de ir a la escuela porque saben que van a jugar y aprender muchas cosas.

En cuestión, considero que el maestro es el que propia un clima armonioso o pesado a trabajar ya que depende de las actitudes que uno demuestre es la forma en que los niños responden, aunque hay que tomar en cuenta también los sentimientos y actitudes que los niños demuestras.
En mi experiencia organice una actividad para conocernos mejor, ya que pese a que había tenido otras intervenciones con ellos no considere que me conocieran bien y pues así crear confianza con ellos, en esta actividad puede ver que muchos niños que no convivían juntos debido a que organice al grupo en distintos equipos, ya que en mis observaciones puede notar que no todo el grupo convivía, en estos días puede notar que la convivencia era amena ya que les gustaba platicar con alguien con quien casi no estaban, aunque algunos niños también extrañaban a sus compañeros de siempre pero fue buena la relación que entablaron con sus demás compañeros.

Un objetivo primordial que se tiene al estar en el aula es crear un ambiente/clima afectivo-social y este implica, como dice el PEP (2011), la expresión de sentimientos y actitudes positivas hacia los niños: calidez, apoyo, empatía, entre otros y con esto los niños responden con sentimientos recíprocos hacia el docente y a sus compañeros. El docente es el que debe crear un buen clima en el aula, dando el ejemplo.
Un entorno afectivo se basa además en el respeto y la confianza que se brinda a los niños, lo que propicia que se animen a participar y colaborar en tareas comunes: hablar frente a los demás; sentirse capaces y con seguridad.
En mi experiencia me di cuenta que mi grupo era armonioso, se respetaban las opiniones de todos, al mismo tiempo en algunas ocasiones les pedía prestadas sus cosas, para ver sí eran compartidos, o cuando alguno de ellos no tenia un color lo pedían prestado a los demás y todos se ayudaban, no había pleitos de ningún tipo.
Sin embargo solo era con un alumno, Jesús, que lo excluían en algunas actividades, ya que no hablaba y en ocasiones era un poco agresivo, por lo que dentro de las actividades que realice, de manera implícita, trate de incluir a este alumno que era excluido por la mayoría, dándole responsabilidades y con esto los niños necesitaban de su ayuda, poco a poco durante la semana de práctica lo fueron incluyendo. Aunque también cuestione las razones por las cuales no querían estar con él e intente hacer reflexionar a los demás niños que no estaba bien ese tipo de actitudes.

Al igual que mis compañeras, creo que el docente, en este caso nosotras, es quien hace amena o pesada la jornada de práctica y el ambiente que se genera en ella. Durante mi jornada de práctica trate de generar con los alumnos un clima de confianza y apoyo, en donde la mayoría de los niños me preguntaban si les podía apoyar y sabían que podían dialogar conmigo ante cualquier situación.
Al igual que Gaby pude notar que mi grupo es compartido, puesto que si alguien no trae algún color el compañero de alado o el de enfrente se lo puede prestar.
Un aspecto que la maestra titular del grupo no ha favorecido y a mi me falto favorecer es la comprensión y respeto que se deben tener unos a otros. En el salón se tratan bien y no se faltan al respeto, pero en alguna ocasión a una niña se le salio un gas por lo que salio corriendo a llorar fuera del salón ya que sus compañeros empezaron a comentar de ello. La docente me comento que no es la primera vez que hace eso la niña por eso lloro. Creo que la docente debería promover más la tolerancia ya que solo les dice que si sienten ganas de ir al baño vayan para que no suceda algo por el estilo. Pienso que debería promover alternativas para que los niños no dialogaran cosas negativas o hicieran sentir mal a la niña con los comentarios.

Gaby, muy bien por buscar formas de integrar a tu alumno Jesús, cuéntanos si crees que los niños reflexionaron sobre las razones por las que lo excluyen y si Jesús también se dio cuenta que ser agresivo lo excluye del grupo.

Quién tiene alternativas de actuación para cuando suceden cosas como lo que Agueda nos cuenta???

Así como nos dice Diez Navarro (2002) el piso de abajo (los sentimientos y el ambiente afectivo en el aula) es de gran importancia porque estamos trabajando con personitas que están descubriendo el mundo y merecen que les demos lo mejor de nosotras. Con respecto al caso de la peque del grupo de Agueda, creo que sería importante platicar con los niños acerca de esta situación, que es algo que nos pasa a todos y que si, en ocasiones es gracioso, pero a todos nos sucede y debemos ser empáticos con las personas que nos rodean. Tal vez, si la peque no se siente muy incómoda, explicarles realmente qué es lo que pasa en nuestro cuerpo y por qué producimos gases, para qué sirven, de qué están hechos, qué es la digestión, etc.
En mi grupo hay un pequeño que se llama Kevin, el sufre de epilepsia, creo que no ha tenido ningún percance en la escuela, sin embargo, por esta enfermedad también padece de trastornos del lenguaje (afasia), si entiende las conversaciones pero tiene mucha dificultad al articular las palabras, además de que su dicción no es muy acertada gramaticalmente. A pesar de esto, la maestra se ha encargado de incluirlo en el grupo, lo trata como a todos los niños aunque en ocasiones le presta un poco más de atención para apoyarlo en su aprendizaje, pero no descuida al grupo. Así que en la intervención yo me encargué de hacer lo mismo. Por otra parte, claro que surgían pequeños conflictos entre los niños porque están descubriendo lo qué es la amistad y los sentimientos, yo me encargaba de que se dieran cuenta que los demás también tienen sentimientos y todos nos equivocamos en ocasiones pero no por ello dejamos de ser amigos. Considero que el clima efectivo que generamos la tutora y yo es un gran e importante elemento en el desarrollo integral de los niños.

Así como debe de haber un clima afectivo, consideró necesario un clima interesante, ya que lo que viví en mi práctica me lo demostró.
Hubo un momento en que sentí que los niños están aburridos, fastidiados, desesperados, y me desesperé de igual manera, al verlos tan apáticos, busque una forma de animarlos con juegos, pero, no tuve éxito. Otro factor que no me ayudó fue que me sobró tiempo de mis actividades planeadas y entre en "shock", no supe qué hacer. Sin embargo trate de compensarlos con juegos, algo que tampoco funcionó.
Entonces, pude reflexionar al construir mi diario, sobre lo que pasó. Me di cuenta que subestime el tiempo en que los niños realizan las actividades y que mis al invitados no eran lo suficientemente interesantes, ni interactivas, ni llamativas. Por lo que me dispuse a replantear mis actividades. Por lo que, sin duda, el maestro es el generador principal del ambiente que se genere en la dinámica del trabajo.

Reconozco que antes de ir a la jornada de intervención me sentia un poco nerviosa por este tema, ya que en mis observaciones del grupo, sentí que los niños eran indiferentes conmigo, por lo tanto no se mostrarían motivados durante mi trabajo con ellos.
Me llevé una gran sorpresa cuando, al presentarme con ellos, se mostraron dispuestos y "felices".
Al final de la jornada reconocí que el haber sido empatica con ellos, el respetar y atender sus opiniones y el evitar los castigos como excluirlos si se portaban mal, favoreció a que se sintieran tomados en cuenta y a que llevaran a cabo de la mejor manera las actividades.
Por eso considero que un cambio de actitud es lo que hace la diferencia, ya que al final de la última jornada una mamá me agradeció por prestales atención a los niños (en especial a su hijo quien desde el inicio del curso ha tenido problemas con la maestra por su conducta), ya que según ella eso hizo la diferencia.

Para mi ese era uno de mis objetivos, crear un ambiente de confianza, que la actividad fuera interesante y no se sintieran cohibidos con mi presencia. Es más que claro que nunca resulta como lo imagimamos, puede ser mucho mejor o no tanto :/

Ante cualquier situación que hiciera cambiar el ritmo de las actividades traté de tomarlo con calma y sacarle provecho al tiempo que tenía disponible con los niños. No faltó el alumno que a los pocos segundos se distraia y consigo a sus compañeros. Para este tipo de situaciones traté de tomarlo como ejemplo, debido a que hacia las actividades muy bien, pero no lo hacia con el afán de hacerlo sentir más que el resto de sus compañeros ni que ellos lo sintieran así.

El clima se va generando a lo largo de nuestras jornadas, y construyendo junto con los niños, pero integrando las aptitudes, actitudes y valores que presentemos frente a nuestro grupo, día a día, en mi primera intervención, logre ganarme la confianza de los niños, para que se desarrollara con mayor eficacia nuestras actividades.
El clima dentro del aula, lo considero como na sana convivencia que se lleva con los alumnos.

Como docentes el clima afectivo no debe quedar de lado, ya que si nosotros nos involucramos de manera afectiva y respetuosa con nuestros alumnos ellos también tendrán mejores respuestas en su aprendizaje. En mi experiencia pude notar que con uno de los pequeños era un tanto difícil trabajar pues el siempre estaba muy distraído además de que es un niños muy activo, en una de las actividades a realizar me senté junto a él y comencé a hacerle preguntas acerca de su trabajo, y esta fue una manera en la cual e trabajo muy contento y más tranquilo que en otras actividades.

En mi grupo durante las observaciones, había notado que los niños eran muy tímidos para expresarse y hablar en la clase... Algo que me dio gusto fue que conforme pasaban los días, los niños más penosos se atrevían más a ir hablando conmigo y delante de sus compañeros, al igual que Águeda, también me iba acercando a los niños poco a poco, preguntándole sus dudas o en qué les podía ayudar, además, todos los días conforme llegaban al salón les preguntaba cómo estaban y cómo les había ido el día anterior, lo que creo que me permitió irme ganando su confianza.

Al igual que todas ustedes, coincido en que el maestro determina el clima afectivo en el aula, ya que en este grupo, hay un niño que tiene problemas de conducta (pega, muerde, empuja) y la maestra no lo ha excluido, aunque se nota que si se desespera y le ha costado trabajo, procura en todo momento incluirlo y eso se nota en cómo los niños a pesar de que no siempre se porta bien con ellos, lo integran, se alegran cuando llega al salón e incluso a veces le echan porras

En mi salón la gran mayoría son niños que tienen lazos de amistad muy fuertes, comparten y juegan juntos, sin embargo, Carlos y Miguel Ángel son los únicos que no tienen una buena relación entre ellos.
La primera vez que fui a observar al grupo me llamó mucho la atención y al mismo tiempo me preocupó ver el grado en el que no se soportan el uno al otro, siempre pelean por ser el primero en la fila, por ocupar el material didáctico, e incluso si están juntos siempre hay algún percance.
Las veces que fui a realizar observaciones, todos los días hubo alguna pelea entre ellos, y mi maestra tutora se quedaba a hablar con los padres de los niños sobre esas situaciones.
No niego que me preocupó mucho, porque pensaba en qué iba a hacer si la semana de práctica se peleaban.
Durante los días que estuve de intervención, tuvieron dos percances, el primero fue porque Carlos quería ser el primero en la fila para ir a cantos y juegos, pero él ya había sido el primero para salir a la activación, además de que Miguel Ángel había llegado antes. Así que decidí hablarle de los turnos, y que debía respetar que su compañero había llegado antes que él. Carlos comenzó a fruncir el ceño y se enojó muchísimo, a tal grado de que no quiso entrar a la clase. Salí con él para conversar y estuvimos dialogando hasta que logré que entrará y se solucionara el problema.
El segundo fue cuando Miguel y Carlos querían jugar con el mismo material, cabe recalcar que a Carlos no le gusta compartir con los demás, así que tomó un carrito y golpeó a Miguel en el pecho, Miguel Ángel no reaccionó ante el golpe, simplemente se quedó mirando a Carlos. Rapidamente le quité el carrito, y pregunté qué pasaba, por qué le había pegado, le pedí que ofreciera una disculpa a su compañero y dialogué con ellos sobre ser compartidos.
La situación  mencionada anteriormente es muy delicada y difícil ya que Carlos dice cosas como "no quiero que él esté aquí", "que se vaya", refiriéndose a Miguel Ángel.
Requiere de un arduo trabajo de la educadora, para lograr que exista en su salón un ambiente afectivo entre todos sus alumnos.

Como menciona Jackson (1992) “cuando nuestro joven alumno acude a la escuela por la mañana se introduce en un ambiente en el que esta excepcionalmente familiarizado gracias a una larga permanencia.” y este ambiente tiene que ser muy agradable para que los niños estén a gusto y no se sientan obligados al ir a la escuela, este ambiente lo originamos nosotras como docentes al trabajar con ellos. En mi salón de clases no tenia ningún problema, solo sentía que a Alejandro lo excluían un poco del grupo por ser el mas pequeño de estatura, ademas de que era uno de los niños que se habían integrado en este ultimo año, pero yo trataba de hacerlo participar mas o incluirlo a la hora de hacer equipos de mesa.

Los niños si se dieron cuenta que estaba mal excluir a Jesús, dado que cuando lo hacían yo le prestaba más atención a él que a los demás (dándole las responsabilidades) y como ya mencione, ellos se vieron a la necesidad de pedir la ayuda de Jesús y lograron convivir mejor, aunque siento que me falto más tiempo fomentar esa inclusión, porque me di cuenta que la propia maestra (de acuerdo a las primeras observaciones realizadas) también tenía un poco de "culpa" porque decía "él no habla, déjenlo, le da pena, etc." por eso, desde mi punto de vista, los niños siguieron este "ejemplo" y me hubiera gustado tener más tiempo para fortalecer la convivencia.
Pero Jesús sí se dio cuenta que ser agresivo lo excluía del grupo y en actividades posteriores él me buscaba para que le diera el "trabajo extra" o su pequeño rol.

Durante la practica realizada y observaciones realizadas en el jardín, note que había entre los niños una amistad muy fuerte aunque n algunos momentos había actitudes en los niños de rechazo a otros debido a su aspecto o comentarios que hacia la maestra, como ‘‘tú eres muy flojo’’ y los niños lo repetían. Durante mi practica trate de que los niños se llevaran mejor por eso trate en el cuento que les narre que tratara sobre la amistad y las relaciones entre los amigos, cada día les iba diciendo que todos en el salón debían ser amigos, que no decían de rechazar a nadie al igual que debían aceptarse tal como eran y les ponía el ejemplo del cuento. Note un gran cambio en los niños porque ahora compartían más y se apoyaban mucho en las distintas actividades de la jornada
Pienso que como maestros debemos de integrar a los niños y generar un clima afectivo para que los niños se sientan en confianza.